Todos y todas somos cuidadores y cuidadoras en algún momento de otras personas: bien sea por procesos de duelo, porque familiares necesiten nuestro apoyo, amigos o amigas estén pasando un momento complicado…
Estos momentos, a menudo, tienen algo en común: que el sufrimiento que vemos en la otra persona haga que la prioricemos muchas veces por delante de nosotros y nosotras mismas. Incluso cuando nosotros mismos o nosotras mismas no nos encontramos en nuestro mejor momento.
Cuidar a los demás, muchas veces, es un desafío
Cuidar de otra persona puede llegar a suponer un gran desgaste tanto físico como mental y emocional. De hecho, es más común de lo que pensamos que el cuidador se enfrente a desafíos emocionales como lidiar con el estrés, la ansiedad o la frustración derivada de no sentirse suficiente o de no poder hacer más por ayudar a la otra persona. Todo esto puede afectar negativamente al bienestar emocional del cuidador y, en consecuencia, terminar afectando también al paciente a cuidar.
No hay un solo motivo por el que, con el paso del tiempo, un cuidador o cuidadora acaba olvidando de cuidarse a sí mismo/a:
Sentimiento de responsabilidad
Muchos cuidadores experimentan un gran sentimiento de responsabilidad hacia la persona a la que están cuidando, lo que puede llevarlos a anteponer las necesidades de esa persona por encima de las suyas propias bajo el pretexto de que es “su responsabilidad” o que es “lo correcto” o “lo que deben hacer”.
Falta de tiempo
El tiempo y la energía que se dedican al cuidado de otras personas, a menudo dejan poco espacio para el autocuidado. Hay personas que, salvo en las horas en las que están durmiendo, se dedican íntegramente al cuidado de la otra persona. No guardando tiempo para cuidarse a sí mismas o para dejar que otras personas también les cuiden.
Culpa y autoexigencia
Algunos cuidadores sienten culpa por tomarse un tiempo para sí mismos ya que sienten que no están cumpliendo con su responsabilidad y que no están prestando suficiente atención a la persona a la que cuidan, lo que puede llevarlos a descuidar su propia salud mental.
Es común en estos casos que los cuidadores sientan remordimientos, por ejemplo, por salir un rato con sus amigos o amigas o directamente que no lleguen a concebir la posibilidad de desconectar o tomarse un rato libre para dedicarse.
Falta de reconocimiento
Cuando una persona comienza a ser cuidadora de otra, es probable que reciba elogios y se valore de forma positiva el tiempo y los recursos que destina en el cuidado de la otra persona. Sin embargo, con el paso del tiempo su entorno acabará percibiéndolo como “normal”. Esto hace que deje de recibir el reconocimiento que merece, lo que puede llevar a que los cuidadores normalicen la situación y comiencen a percibir que es lo que “deben hacer”.
Lo mejor que puedes hacer para cuidar del resto es no olvidarte de cuidar de ti
Si te has fijado, en los aviones, las azafatas y azafatas cuando dan las instrucciones de seguridad, hablan de que, si vas con un o una menor, primero te pongas tú la mascarilla en caso de que haga falta y luego se la pongas al niño o niña. Probablemente esto va en contra de tu instinto, y que te parezca más correcto primero ayudar al niño o niña y luego a ti. Pero, ¿Qué pasa si tú te mareas? ¿Quién cuida a ese niño o niña?
De esto se trata cuando apoyamos a otras personas en sus procesos, de ayudar y acompañar sin olvidarnos de qué necesitamos.
¿Eres cuidador o cuidadora? Aquí, ¡algunos tips!
Lo primero de todo, el estar cansado y necesitar o querer tener tu tiempo te hace humano o humana, y no menos responsable (recuerda el ejemplo anterior del avión).
El tip más importante: pregunta a la persona a la que cuidas qué necesita de ti
Cuando vamos a ayudar o acompañar a otros, tendemos a hacerlo con lo que nosotros y nosotras mismas querríamos, pero cada persona es un mundo y tiene sus propias necesidades.
Preguntar qué necesita en lugar de tratar de anticiparte e ir probando cosas, te ahorrará energía y será más satisfactorio porque 100% acertarás con lo que esa persona necesita de ti.
Acepta tus emociones
Cualquier emoción que sientas en este momento tiene tanto valor y validez como en otros. Muchas veces el cuidar va acompañado de miedo, tristeza, preocupación… no solo por la situación de la persona sino también porque se activan otras cosas en ti.
Valida tus emociones. No te sientas culpable en ningún momento por estar triste, agotado o incluso enfadado. Estas emociones son totalmente normales en el rol de un cuidador. En lugar de intentar evitarlas, escúchalas y pregúntate qué puedes hacer para mejorar el cómo te sientes.
Establece límites
No todo vale. Es importante que aprendas a establecer límites, que la otra persona este peor no implica que debas dedicarte por entero a ella. No temas ni tengas ningún tipo de culpa en decir “no”, mejor si estás menos tiempo, pero de más calidad y con más energía que mucho, pero agotado o agotada. Recuerda algo importante: no puedes cuidar adecuadamente de otra persona si no te cuidas tú.
Busca apoyo
Comparte tu situación, busca tus apoyos: amigos, familiares o grupos de apoyo que puedan brindarte apoyo emocional y compartir la carga del cuidado.
Recuerda que a todas las personas nos gusta ayudar, igual que tu apoyas feliz, tu entorno también estará encantado de estar para ti.
Prioriza el autocuidado
Dedica más tiempo a actividades que te ayuden a ser más feliz, que te diviertan. Esto podría incluir ejercicio, meditación, lectura, tiempo con amigos o cualquier otra actividad que te brinde placer. Este tipo de cosas son las que mejor van a cargar tu pila emocional.
Busca ayuda profesional
Si sientes que has llegado a tu límite o experimentas síntomas de estrés o ansiedad persistentes, considera buscar el apoyo de un psicólogo que te ayude a manejar esta situación.
¿Tienes un cuidador o cuidadora encargándose de ti?
Pónselo fácil. A menudo, por no preocupar, evitamos decir que no nos encontramos bien, que necesitamos algo. Pero la realidad es, que, como menos preocupamos es dando información y diciendo exactamente qué es lo que necesitamos.
Así la otra persona en lugar de invertir su energía en preocuparse, lo puede hacer en escuchar, acompañarnos y ocuparse de lo que nos pueda ayudar.
En Eva Psicología, brindamos las herramientas necesarias para gestionar tus emociones de forma saludable.
Cuidarte, siempre es importante, también cuando eres cuidador o cuidadora y es esencial para mantener una salud mental y física óptimas mientras desempeñamos nuestro papel de apoyo en la vida de quienes nos rodean. No olvides que cuidarte a ti mismo te permitirá cuidar mejor a los demás.
Priorizar tu salud mental es un acto de amor hacia ti mismo y hacia aquellos a quienes estás cuidando.
Si estás enfrentándote a una situación de estrés o ansiedad por cuidar a alguien, recuerda: desde Eva Psicología estaremos encantados de acompañarte y guiarte en este proceso.